La verdad no peca, pero incomoda

por Índice Penínsular

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Georgina Rosado Rosado*


Cómo explicar, no solo las álgidas discusiones, sino también los insultos, descalificaciones, las palabras altisonantes e improperios que se imponen sobre cualquier argumento científico o ideológico en las redes, al grado de que una persona puede intuir algo de odio entre interlocutores. Enojo, mucho enojo, el suficiente para que, de darse el contexto adecuado o la justificación, real o inventada, las balas sean disparadas afuera de esas tribunas virtuales, en el mundo real y sin importar los ríos de sangre, real, roja y espesa, que pudieran causar.


Si, ya sé, lo que digo podría sonar dramático, exagerado y fantasioso, pero lo mismo afirmaban aquellas personas incrédulas cuando escucharon acerca de los crematorios donde eran convertidos en polvo niños, mujeres, ancianos judíos y gitanos, personas de diversas razas consideradas inferiores por los nazis. Y se negaron a creerlo porque finalmente las personas tienden a creer los que les gusta o desean que sea cierto. Cuando alguien le hace dudar sobre esa preferida “verdad”, acogedora, se convierte en un enemigo al que hay que eliminar.


Resulta entonces que, mientras más convincentes sean los argumentos contrarios a lo que se prefiere creer, la reacción es más violenta porque es la única manera de callar al opositor o simple crítico. No escuchar, no ver o no querer conocer y menos aceptar cualquier evidencia contraria a la “verdad” que conviene a nuestros intereses, impulsa a aplacar la voz fuente de la información incómoda. Para lo anterior es también necesario poner la mente en modo irracional, lo cual es posible que logren aun las personas aparentemente inteligentes y educadas, pero que requieren la negación para continuar siendo felices o lograr objetivos concretos sin sentimientos de culpa. Por supuesto que hablo de quienes aún mantienen cierto grado de conciencia.


Así y sin más preámbulos, estas personas pueden auto llamarse animalistas o defensores del medio ambiente y al mismo tiempo negar rotundamente el enorme daño que un tren provoca en las pocas reservas de agua dulce que le queda al mundo en la península de Yucatán. Tampoco consideran los daños que causa el tren y menos aceptan que provoque la muerte de jaguares, monos y otras especies que habitan este territorio y que son tan vulnerables o más que los gatitos y perritos que resguardan y protegen. Ignoran o descalifican sin querer reflexionar acerca de las pruebas científicas que presentan ambientalistas honestos, aquellos que han estado defendiendo los recursos, flora y fauna, del territorio maya peninsular desde antes de la llegada de la 4T al poder.


También nos encontramos los simpáticos “sembradores de arbolitos” los fines de semana, son del partido contrario, que se ofenden y rascan las vestiduras cuando se les recuerda que trabajan para quienes aprobaron la construcción de fraccionamientos en áreas protegidas tolerando incendios “accidentales”, muy convenientes para cambiar el uso de suelo en un territorio en especial.
Entonces cuando se le dice a este tipo de personas, aun en tono amable, algo acerca de el o los hechos que dañan el patrimonio biocultural, optan por eliminar y bloquear de la página ambientalista que administran a quienes cuestionan al gobierno depredador para el que trabajan.


Me sorprendió leer el artículo de un antropólogo de izquierda, inteligente y formado académicamente, donde señala la corrupción y privilegios de magistrados del poder judicial, hecho que no se puede negar y que se utiliza para justificar la reforma constitucional que manda la elección de jueces y juezas. Sorprende que se le haya olvidado mencionar que dicha reforma oficialista también modifica la ley de amparo y la detención preventiva oficiosa, dándole al ejecutivo el poder de detener a cualquier persona por un supuesto delito menor y mantenerlo encarcelado mientras no compruebe su inocencia.

Es decir, se le olvido señalar que dicha reforma judicial viola nuestros derechos humanos y pone la ley a disposición del ejecutivo para cualquier venganza política, lo que, si somos afines al régimen no suena peligroso, pero si lo es para el ejercicio de la democracia.
También se le olvida a la oposición, convenientemente, el hecho de que, si millones de personas votaron por la continuidad del régimen no es porque falten evidencia de las fallas en el gobierno, de la violencia en las calles, las carencias en el área de salud, de la corrupción en las estructuras del poder, etc. Ocurre que los obradoristas apuestan a la continuidad del régimen por dos razones:

1) Quienes señalan esas realidades negativas no tienen autoridad moral, ya que en su momento y cuando ejercieron el poder se sirvieron con la cuchara grande y pecaron de lo mucho que hoy acusan y 2) Los seguidores de Morena están siendo beneficiados de alguna manera por el actual régimen, por los múltiples apoyos económicos que reparte el gobierno, no solo a los más pobres, sino incluso beneficia a las clases medias que tienen otras formas de subsistir, pero a quién no les viene mal un dinerito de más.


Por lo tanto y para finalizar, mientras sus cuentas personales no les digan lo contrario, tanto unos como los otros, negarán la realidad, cerrarán los ojos, escupirán fuego y odiarán a quienes, sin la protección de alguno de los bandos, nos atrevamos a ser críticos, a estar a favor del triunfo de la verdad científica aceptada, de la libertad de pensamiento y el progreso del género humano. Y que la Diosa nos proteja.

* Antropóloga feminista


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